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domingo, 23 de octubre de 2011
El corazón pide otras soluciones
La aorta se reabre desde la ingle
Una nueva técnica sustituye la cirugía convencional en pacientes de riesgo
La nueva medicina ha hecho posible que una aorta obstruida puede desatorarse desde la ingle. Guiando un pequeño instrumento por un sinuoso camino vascular de más de un metro, se coloca una válvula que expande la vía afectada, permitiendo el restablecimiento del oxígeno al corazón.
Las principales ventajas de este procedimiento son la rápida recuperación postoperatoria y la seguridad que ofrece a pacientes considerados de alto riesgo para una cirugía convencional. Por esto, se recomienda para mayores de 75 años, obesos mórbidos, diabéticos o personas con operaciones cardiológicas previas.
En Venezuela, esta técnica, que se llama Implante valvular aórtico transcatéter, se inició hace menos de un año en los hospitales Universitario y Pérez Carreño. Desde hace un mes, también se efectúa en el Centro Cardiovascular del Instituto Médico La Floresta, por iniciativa de los cirujanos Carlos Torrealba, Pedro Aguiar y Francisco Tortoledo.
La patología que cura la técnica es la estenosis valvular aórtica degenerativa. A quienes la sufren se les implanta una válvula que, por fuera es metálica y por dentro de pericardio de cochino -muy utilizado en válvulas artificiales-, que reabre la aorta.
Aunque los síntomas de la obstrucción aórtica varían, suelen ser dificultad respiratoria, cansancio agravado y soplo cardíaco. Sin embargo, en pacientes más graves, la falta de oxigenación les puede impedir caminar y hasta cepillarse los dientes. "Antes, a los pacientes de mayor edad no se les operaba por el riesgo que suponía. Esta técnica les devuelve la calidad de vida", afirma Torrealba.
La cirugía dura menos de una hora y, como cicatriz, sólo deja una pequeña incisión en la ingle. Aseguran los médicos que el paciente se incorpora a su vida cotidiana muy rápido.
Con esta técnica, se han colocado 20 mil válvulas en el mundo, 600 en Latinoamérica, 30 en Venezuela y dos en La Floresta. Una de esas dos personas fue una señora de 86 años y Pedro Oliva, de 75, diabético y operado del corazón nueve años antes. Asegura que la diferencia entre la primera cirugía y el implante transcatéter fue el postoperatorio. "La primera vez debí someterme a muchos cuidados. Esta vez salí caminando de la clínica. El mismo día de la operación me levanté de la cama. También sentí menos dolor", cuenta.
Los cirujanos consideran que es posible que, en un futuro, esta técnica reemplace definitivamente a la cirugía tradicional para desobstruir la aorta. Sin embargo, aún falta definir la duración a largo plazo de la válvula -de al menos 20 años-, para poder recomendarla a pacientes jóvenes.
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