¿Por qué elegí esta ilustración?

Ilustracion: Georges de La Tour Magdalena Penitente 1625-1650 Metropolitan Museum Nueva York

¿Por qué elegi esta ilustración?

Una habitación a oscuras, una única fuente de luz, una gran figura que llena todo el cuadro. Una mujer sentada. Aún es joven, ni su rostro que apenas vemos, ni su cuello y escote, ni sus manos delatan todavía la huella destructiva del tiempo. Solo tres colores, los más antiguos, los que han acompañado a los humanos desde la remota prehistoria: el blanco, la luz, el rojo, la vida, el negro, la muerte.
Georges de La Tour (1593 – 1652), pintor lorenés, hijo de un albañil, casado con una mujer de la nobleza, con ínfulas de noble y odioso a sus vecinos, famosísimo en vida. Habitante del terrible siglo XVII, en una tierra disputada entre el Imperio y el rey de Francia. Georges de La Tour no existía, de su producción de casi quinientos cuadros, quedaron veintitrés originales. Georges de La Tour volverá existir a partir de 1932, cuando la Europa del siglo XX, que ya olvidaba lo que era la oscuridad pronto conocerá las tinieblas.
Los cuadros de Georges de La Tour no tienen título, es decir su título original se ha perdido y el que tienen es posterior al redescubrimiento del pintor. Volvamos al cuadro. ¿Esta mujer es María Magdalena? María Magdalena, santa muy popular en la Edad Media, fue un motivo muy repetido desde el Renacimiento, pues en un cuadro de temática religiosa es posible pintar a una hermosa mujer, poder exhibir ricos ropajes, desnudez femenina sin que hubiera censura. Magdalena a partir del Renacimiento es casi siempre rubia, de larga y rizada cabellera. Incluso o sobre todo, cuando de trata de Magdalena penitente, es posible apreciar la sensualidad del personaje. María Magdalena siempre fue una santa incómoda, ambigua, turbadora. No era virgen, no era esposa, no era madre, pero es una de las valientes mujeres que asiste a la Crucifixión y el primer testigo de la Resurrección. La Iglesia no tuvo más remedio que tolerarla.
Magdalena está sola en una habitación despojada como una celda, mira hacia el espejo aunque no vemos su reflejo ¿se ve ella misma? Quizá se mira por última vez. Quizá nunca más volverá a ver su rostro iluminado intensamente por la única fuente luz, ese candelabro con esa vela lujosa de cera, en ese espejo de marco tallado. Ha dejado el collar de perlas sobre la mesa, las perlas que en el siglo XVII indican liviandad, se asocian con las cortesanas y la prostitución. En el suelo hay otras joyas. Magdalena se está despidiendo, en silencio, en soledad absoluta. Pero Magdalena aún es quien ha sido, la mujer que ha conocido el placer y la libertad. Aún calza lujosamente y su falda roja como los zapatos es de rico tejido. Ese color rojo que lleva siglos tiñendo los vestidos de novia, los vestidos de fiesta, los vestidos de las prostitutas. Es cierto que lleva una sencilla camisa, la camisa es esa época una prenda interior, pero su larga melena, no rubia ni rizada, sino oscura y lisa, está cepillada como la de una dama de la época Heian. Y en otras o posterioresversiones, Magdalena, que ya ha renunciado, que ya no se ilumina con velas sino con candiles de aceite, que ya es penitente, mantendrá esa lisa y perfecta cabellera de dama japonesa.
Un universo casi monócromo, una austeridad total, habitaciones despojadas, personas humildes, nada bellas, unos volúmenes geométricos, incluso en los rostros. El ser humano solo, ante sí mismo, a la luz de una vela, de un candil, de una llama. En nuestro mundo de hoy hace mucho que perdimos la oscuridad. No podemos imaginar lo que es vivir solo a la luz de día, que luminarias como candiles, velas, antorchas, solo eran algo para hacer el tránsito a la noche, a la oscuridad total. Dije más arriba que cuando se redescubrió a Georges de La Tour en 1932 Europa estaba a punto de recordar las tinieblas. No las tinieblas metafóricas de vivir una era de guerra como la que vivió el pintor, sino las reales. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial la mayoría de las ciudades europeas bajo la amenaza de la destrucción de los bombardeos aéreos, volvieron a ser lo que habían sido durante siglos: lugares de oscuridad, incertidumbre y miedo.
Magdalena, seria, sola en esa habitación desnuda, con los restos de su pasado, con el espejo que el que no se volverá a mirar, rozando con sus dedos el cráneo amarillento de frente huidiza que tiene en el regazo pero al que no mira todavía. Magdalena es la imagen de la melancolía, muy parecida a la deDomenico Fetti, contemporánea suya. La melancolía de quien sabe que no volverá a haber amores, ni fiestas, ni alegría, ni belleza, porque todo es pasajero. Cuando Magdalena apague esa vela y se haga la oscuridad total en la habitación para el sueño de la noche, ese sueño será el hermano de la muerte que están acariciando sus dedos.

lunes, 23 de junio de 2014

Trastorno bipolar, un viaje de la euforia a la depresión Imagine montarse en una montaña rusa: explosiva, breve, pero contundente; y, de pronto, bajarse de ella y entrar en la apatía más absoluta. El trastorno bipolar somete al paciente a un recorrido desenfrenado que comienza en la alegría desmesurada y culmina en una profunda tristeza cuya desesperanza lleva, muchas veces, al suicidio por PEDRO GUERRERO | DOMINGO 22 DE JUNIO DE 2014 Ver también Jardinería para su salud mental Tragedia Bipolar El ánimo no es una línea recta, tiene sus altas y bajas, pero la mayoría de las personas puede vivir normalmente con esos cambios. Unos días despiertan más temprano y quieren comerse el mundo, y otros pelean con el despertador varias veces y se sienten un poco fracasadas, sin que eso represente un problema. Pero para los llamados "bipolares" estos cambios se presentan de manera brusca y exagerada, ocasionándoles graves inconvenientes en su entorno social. Aunque a muchos el término bipolar pudiera parecerles muy reciente, debido a la promoción que líderes políticos y artistas rutilantes le han dado al padecerla, es una enfermedad que está descrita hace más de 2.000 años. Médicos de la Antigua Grecia como Hipócrates y Areteo de Capadocia hicieron una descripción bien detallada acerca de la depresión o la melancolía. Además notaron que un grupo de estos melancólicos, que llamaron, luego, melancólicos agitantes, bailaban fascinados con la música y la fiesta, en un exagerado estado de hedonismo, y, luego, volvían a caer en su tristeza. Una descripción que se aproxima bastante a lo que hoy se conoce como trastorno bipolar. A mediados del siglo XIX los franceses Jean Pierre Falret y Jules Baillarger hablaron de la locura de doble forma o locura circular. Posteriormente, el alemán Emil Kraepelin se refirió a la psicosis maníaco depresiva, mientras que en pleno siglo XX, a finales de los setenta, se empezó a reconsiderar como un término muy limitado, pues algunos pacientes no completaban los criterios para ser diagnosticados con precisión. Hoy en día se sabe que el trastorno bipolar es una enfermedad del estado de ánimo, en la que el individuo pierde la capacidad de regular las fluctuaciones normales y habituales del ánimo. Para el psiquiatra venezolano Luis Madrid se trata de un desbalance neuroquímico. "El cerebro es una gran bola de cables, que son las neuronas, y estas se comunican gracias a sustancias químicas conocidas como neurotransmisores. Algunas de ellas son la serotonina, la noradrenalina, la acetilcolina y la dopamina. El trastorno bipolar aparece cuando la producción de esas sustancias se altera y se producen en exceso o por el contrario se dejan de producir", explica. Este especialista, quien además es presidente de la Sociedad Interamericana de Trastorno Bipolar, describe que "de pronto esos cambios de ánimo suben muy hacia arriba sin ninguna razón y de manera muy intensa, desproporcionada y permanente. Es una euforia que puede durar días, semanas o meses y que muchas veces raya en la irritabilidad. Así como se pierde el control hacia arriba, igualmente se pierde hacia abajo, el paciente comienza a deprimirse sin ninguna razón y de manera muy intensa y prolongada incluso por años". En palabras sencillas, los afectos son una suerte de superhéroe que siempre es acechado por su villano, todos tienen su contraparte. Así, encontramos el amor y el odio, la seguridad y el miedo, el orgullo y la vergüenza, la alegría y la tristeza. "Es allí precisamente donde se ubica el trastorno bipolar, cuando se presentan fluctuaciones que van desde una tristeza patológica, que es lo que se conoce como depresión, hasta una alegría patológica que se conoce como manía o hipomanía. El paciente se debate entre esos dos polos de rango afectivo", precisa Madrid. El episodio de hoy: de la risa al llanto Como si de una teleserie se tratara, se habla de episodios. A cada lapso en el que la apatía y la euforia hacen de las suyas, se le conoce como episodio o fase. El psiquiatra entrevistado aclara que "si un paciente hace solamente episodios de depresión, obviamente no se puede hacer el diagnóstico de trastorno bipolar, en ese caso sería un cuadro de depresión clásico recurrente. Para ser bipolar tiene que haber presentado al menos un episodio de hipomanía o manía junto con otro episodio de depresión. En un año pueden darse varios episodios. Cuando el paciente tiene cuatro episodios o más en el mismo año se le conoce como ciclador rápido y eso requiere también un diagnóstico particular. A los cicladores rápidos hay que descartarle un posible cuadro de hipotiroidismo que les hace tener hasta ocho episodios maníaco depresivos anualmente. A estos pacientes hay que vigilarlos mucho, pues tienen mayor riesgo de suicidio. Debido a la gran frustración que les produce el salir de un episodio y entrar en otro de inmediato, pueden llegar a pensar que es mejor ponerle fin a sus vidas. Estos también tienen predisposición al abuso de sustancias, por eso entre ellos es muy frecuente el alcoholismo, tabaquismo y consumo de drogas". Para la psiquiatría existen varios tipos de trastorno bipolar, pero los más frecuentes son el tipo 1 y el tipo 2. El primero es cuando el paciente es maníaco depresivo; es decir, tiene episodios de manía que se alternan con episodios de depresión. Ambos sexos lo padecen en iguales proporciones. En el segundo el paciente sufre episodios de hipomanía que son muy cortos y breves, de euforia no tan elevada y hasta discreta que dura pocos días, pero luego viene una depresión muy fuerte y duradera. Quienes lo padecen son muy resistentes al tratamiento y es necesario que se diagnostiquen correctamente. Por cada 100 enfermos, 75 son mujeres en este tipo 2. La bipolaridad aparece muy temprano, entre los 15 hasta los 25 años. Por lo general el primer episodio en el varón es maníaco, mientras que en la hembra es depresivo. A nivel mundial el trastorno bipolar tipo 1 y 2 ataca a un 2,6 % de la población. En Venezuela, las estadísticas más recientes datan de 2008, año en el que un 3,65 % de la población padecía de trastorno bipolar, lo cual podría traducirse en unos 700.000 a un millón de venezolanos bipolares. Las causas del trastorno Como en muchos casos, hay un factor genético que potencia el desarrollo de la enfermedad. Como comenta Luis Madrid: "Un paciente con trastorno bipolar siempre tiene en la familia un pariente con el mismo mal o con depresión, que abusa de sustancias como el alcohol o drogas. Es común que tenga parientes de carácter irritable, que sean noctámbulos y muy promiscuos sexualmente. La misma adolescencia se convierte en una causa porque las hormonas como la testosterona y los estrógenos, todo ese influjo hormonal que aparece en la pubertad, disparan la enfermedad sobre todo cuando hay predisposición genética. Hay otras causas que suelen predisponer la aparición de la enfermedad. Los trasnochos frecuentes y el consumo de sustancias como el alcohol y la marihuana son disparadores muy frecuentes del primer episodio. El estrés prolongado, entregas de tesis, viajes distantes en los cuales se cruzan más de cuatro husos horarios y las rupturas de las relaciones amorosas también pueden facilitar episodios maníacos o depresivos". Un buen diagnóstico para sanar El reto de los psiquiatras es detectar a tiempo y con mucha precisión cada síntoma del paciente bipolar, pues de ello dependerá su medicación. El doctor Madrid aclara que cada fase tiene sus propias características. "En el caso de la fase maníaca el paciente se torna irritable apenas se le lleva la contraria, estalla en ira tornándose violento. Presenta un aumento patológico de la energía, tiene hiperactividad, disminuye su necesidad de dormir, no es insomnio sino que puede pasar varios días sin dormir, se torna verborreico, hablador, locuaz, hay una marcada desinhibición económica; es decir, gasta dinero de forma compulsiva, se endeuda, hay un incremento patológico marcado de la libido, comienza a tener una conducta sexual indiscriminada, desproporcionada y promiscua, el pensamiento se torna muy rápido, lo cual dificulta la concentración, se muestra disperso y con dificultades para atender algo durante mucho tiempo. Comienza a tener proyectos megalomaníacos y poco viables, deseos de salvar al planeta, de construir estructuras colosales. La misma euforia los hace sentirse poderosos y que están por encima de los demás. De hecho se habla de un yo insuflado, de una egolatría muy marcada. Hay una hipersociabilidad, el paciente se vuelve intrusista, se mete en conversaciones ajenas, se vuelve impertinente. Se excitan fácilmente con la actividad física; por ejemplo, empiezan a bailar y les cuesta detenerse, empiezan a cantar y les cuesta detenerse, corren y les cuesta detenerse. Pueden hablar durante varias horas sin detenerse. Eventualmente puede haber actividades psicóticas, que es cuando el individuo se sale de la realidad, con delirios megalomaníacos en los que cree ser la reencarnación de alguien emblemático de la historia, creen que tienen una misión de salvar a la humanidad o a su país y pueden sufrir de alucinaciones al ver y escuchar cosas que los otros no ven", detalla Madrid. En el caso de la fase depresiva, el psiquiatra subraya como síntomas comunes "un estado absolutamente anérgico, no triste como la depresión clásica. El cerebro se apaga y deja de producir neurotransmisores, por lo que el paciente comienza a presentar apatía y decaimiento, hay una marcada inhibición psicomotora, hay pérdida de la energía vital, hay aislamiento, el paciente cae en cama y le cuesta mucho levantarse sobre todo en las mañanas, hay muchísimo sueño, lo que se conoce como hipersomnia, hay mutismo pues no quiere hablar y se muestra demasiado parco al expresarse. Hay cambios extremos en el apetito, la persona puede estar muy inapetente en la mañana, pero en la noche tiene un hambre voraz, come de madrugada. Por eso es la única depresión durante la cual la gente aumenta de peso, debido a los atracones de comida en la noche o madrugada. Hay una disminución total de la libido, la parte sexual está completamente abolida, tiene incapacidad para experimentar placer. Surgen ideas de desesperanza, culpa, ruina y suicidio que con cierta frecuencia los lleva a hacer intentos de acabar con su vida", explica. De hecho, las mujeres bipolares en estado depresivo intentan suicidarse con mucha frecuencia, pero afortunadamente sin éxito. Lamentablemente el hombre lo logra más. En todo el mundo, un 15 % de los pacientes bipolares mueren por suicidio. Viajar a los dos polos sin morir en el intento Tras un buen diagnóstico viene la lucha contra la enfermedad. El tratamiento estándar tras el primer episodio puede durar entre uno y dos años y puede retirarse si se observa mejoría. Si el paciente, luego de un tiempo, vuelve a presentar un episodio, entonces el tratamiento se prescribe indefinidamente. Madrid advierte que la enfermedad debe atacarse desde cuatro flancos. Tratamiento farmacológico: Se usan los llamados estabilizadores del humor, son medicamentos que ponen un piso y un techo al ánimo para que este se mantenga fluctuando en el medio. En la actualidad existen al menos unos 28 medicamentos que solos o combinados son muy efectivos. El Omega 3 es un excelente potenciador de estos medicamentos. Psicoeducación: Se utiliza para que el paciente tenga información que le ayude a manejar la enfermedad por sí mismo, a tomar conciencia de ella, a buscar ayuda en el momento adecuado, a detectar los síntomas de alarma cuando esté comenzando un episodio, a respetar estrictamente el tratamiento. Psicoterapia: Tanto individual como grupal. Las que más han demostrado eficacia hasta ahora son la terapia cognitivo conductual y la terapia interpersonal y de ritmo social, que procuran que el paciente ordene su vida y tenga hábitos saludables para estabilizarse. Terapia focalizada en la familia: Todos los miembros del grupo familiar deben colaborar, pues generalmente es allí donde se ubican los principales "saboteadores" o "perpetuadores" de la enfermedad. Por ejemplo, esas familias con alta expresión emocional, con dobles mensajes, cuyos miembros dan informaciones antagónicas al mismo tiempo, que tienen agresividad encubierta y que consciente o inconscientemente descalifican mucho al paciente. Famosos Bipolares Los bipolares son gente muy creativa, muy ocurrente, muy productiva. Son muy buenos en las artes y en los negocios, precisamente porque asumen los riesgos con osadía; además, son buenos en la política al ser muy empáticos, seductores y atractivos. Catherine Zeta-Jones, Alan García y Cristina Kirchner son algunos de los bipolares más reconocidos. Ted Turner, el gigante de las telecomunicaciones, también padece la enfermedad. Se presume que Napoléon Bonaparte fue un gran bipolar. Por cierto, Moisés Feldman, psiquiatra venezolano ya fallecido, hizo un libro titulado Las crisis psicológicas de Simón Bolívar, en el cual describe los episodios maníacos del Libertador y sus breves cuadros melancólicos. Lo presenta, de hecho, como un hombre de temperamento irritable, muy osado, muy lanzado. "Por eso hizo lo que hizo", agrega Madrid. Las 3 reglas de Oro 1Tomarse el tratamiento como se lo indicó el médico, porque los pacientes bipolares suelen tomarse atribuciones sin consultar al especialista, entonces bajan las dosis, quitan un medicamento o paran el tratamiento por unos días, lo suspenden si van a tomar licor. 2No ingerir alcohol ni otras sustancias psicotrópicas, porque normalmente estas sustancias desestabilizan el sistema de neurotransmisión, ese es un cerebro que está muy sensible a desestabilizarse. De hecho, el debut de muchos pacientes bipolares, su primer episodio, ocurre por probar marihuana u otras drogas. 3Siempre dormir de noche y evitar dormir de día. Pues el no dormir de noche acelera a los pacientes bipolares y el dormir de día los deprime. Es muy común que estos pacientes se sientan más lúcidos a altas horas de la noche, por eso son muy noctámbulos. Pero una siesta durante el día hace que se despierten de mal humor porque se deprimen un poco. El trastorno bipolar es totalmente curable. "Un paciente que tenga un buen tratamiento, con una buena psicoeducación, que maneje bien el estrés, es una persona que puede llevar una vida perfectamente normal. Pueden trabajar, estudiar, hacer familia, casarse, tener hijos, siempre y cuando se mantengan estables", asegura Madrid. Una ayuda invaluable es la que presta la Fundación Venezolana del Paciente Bipolar y sus Familiares, una institución sin fines de lucro y que promueve reuniones el primer sábado de cada mes en la Parroquia Luis Gonzaga ubicada en Chuao, Caracas. Se realizan de 8:30 am hasta el mediodía, lapso en el que se imparten charlas psicoeducativas, se hacen dinámicas de grupo y se aclaran dudas. La entrada es libre. El teléfono es 0212-368.8854 y su cuenta de Twitter es @bipolarven. La cuenta del doctor Luis Madrid es @luismadridp.

Trastorno bipolar, un viaje de la euforia a la depresión

Imagine montarse en una montaña rusa: explosiva, breve, pero contundente; y, de pronto, bajarse de ella y entrar en la apatía más absoluta. El trastorno bipolar somete al paciente a un recorrido desenfrenado que comienza en la alegría desmesurada y culmina en una profunda tristeza cuya desesperanza lleva, muchas veces, al suicidio

por PEDRO GUERRERO  |  DOMINGO 22 DE JUNIO DE 2014

Ver también

El ánimo no es una línea recta, tiene sus altas y bajas, pero la mayoría de las personas puede vivir normalmente con esos cambios. Unos días despiertan más temprano y quieren comerse el mundo, y otros pelean con el despertador varias veces y se sienten un poco fracasadas, sin que eso represente un problema. Pero para los llamados "bipolares" estos cambios se presentan de manera brusca y exagerada, ocasionándoles graves inconvenientes en su entorno social.

Aunque a muchos el término bipolar pudiera parecerles muy reciente, debido a la promoción que líderes políticos y artistas rutilantes le han dado al padecerla, es una enfermedad que está descrita hace más de 2.000 años. Médicos de la Antigua Grecia como Hipócrates y Areteo de Capadocia hicieron una descripción bien detallada acerca de la depresión o la melancolía. Además notaron que un grupo de estos melancólicos, que llamaron, luego, melancólicos agitantes, bailaban fascinados con la música y la fiesta, en un exagerado estado de hedonismo, y, luego, volvían a caer en su tristeza. Una descripción que se aproxima bastante a lo que hoy se conoce como trastorno bipolar.

A mediados del siglo XIX los franceses Jean Pierre Falret y Jules Baillarger hablaron de la locura de doble forma o locura circular. Posteriormente, el alemán Emil Kraepelin se refirió a la psicosis maníaco depresiva, mientras que en pleno siglo XX, a finales de los setenta, se empezó a reconsiderar como un término muy limitado, pues algunos pacientes no completaban los criterios para ser diagnosticados con precisión.

Hoy en día se sabe que el trastorno bipolar es una enfermedad del estado de ánimo, en la que el individuo pierde la capacidad de regular las fluctuaciones normales y habituales del ánimo. Para el psiquiatra venezolano Luis Madrid se trata de un desbalance neuroquímico. "El cerebro es una gran bola de cables, que son las neuronas, y estas se comunican gracias a sustancias químicas conocidas como neurotransmisores. Algunas de ellas son la serotonina, la noradrenalina, la acetilcolina y la dopamina. El trastorno bipolar aparece cuando la producción de esas sustancias se altera y se producen en exceso o por el contrario se dejan de producir", explica.

Este especialista, quien además es presidente de la Sociedad Interamericana de Trastorno Bipolar, describe que "de pronto esos cambios de ánimo suben muy hacia arriba sin ninguna razón y de manera muy intensa, desproporcionada y permanente. Es una euforia que puede durar días, semanas o meses y que muchas veces raya en la irritabilidad. Así como se pierde el control hacia arriba, igualmente se pierde hacia abajo, el paciente comienza a deprimirse sin ninguna razón y de manera muy intensa y prolongada incluso por años".

En palabras sencillas, los afectos son una suerte de superhéroe que siempre es acechado por su villano, todos tienen su contraparte. Así, encontramos el amor y el odio, la seguridad y el miedo, el orgullo y la vergüenza, la alegría y la tristeza. "Es allí precisamente donde se ubica el trastorno bipolar, cuando se presentan fluctuaciones que van desde una tristeza patológica, que es lo que se conoce como depresión, hasta una alegría patológica que se conoce como manía o hipomanía. El paciente se debate entre esos dos polos de rango afectivo", precisa Madrid.

El episodio de hoy: de la risa al llanto
Como si de una teleserie se tratara, se habla de episodios. A cada lapso en el que la apatía y la euforia hacen de las suyas, se le conoce como episodio o fase. El psiquiatra entrevistado aclara que "si un paciente hace solamente episodios de depresión, obviamente no se puede hacer el diagnóstico de trastorno bipolar, en ese caso sería un cuadro de depresión clásico recurrente. Para ser bipolar tiene que haber presentado al menos un episodio de hipomanía o manía junto con otro episodio de depresión. En un año pueden darse varios episodios. Cuando el paciente tiene cuatro episodios o más en el mismo año se le conoce como ciclador rápido y eso requiere también un diagnóstico particular. A los cicladores rápidos hay que descartarle un posible cuadro de hipotiroidismo que les hace tener hasta ocho episodios maníaco depresivos anualmente. A estos pacientes hay que vigilarlos mucho, pues tienen mayor riesgo de suicidio. Debido a la gran frustración que les produce el salir de un episodio y entrar en otro de inmediato, pueden llegar a pensar que es mejor ponerle fin a sus vidas. Estos también tienen predisposición al abuso de sustancias, por eso entre ellos es muy frecuente el alcoholismo, tabaquismo y consumo de drogas".

Para la psiquiatría existen varios tipos de trastorno bipolar, pero los más frecuentes son el tipo 1 y el tipo 2. El primero es cuando el paciente es maníaco depresivo; es decir, tiene episodios de manía que se alternan con episodios de depresión. Ambos sexos lo padecen en iguales proporciones. En el segundo el paciente sufre episodios de hipomanía que son muy cortos y breves, de euforia no tan elevada y hasta discreta que dura pocos días, pero luego viene una depresión muy fuerte y duradera. Quienes lo padecen son muy resistentes al tratamiento y es necesario que se diagnostiquen correctamente. Por cada 100 enfermos, 75 son mujeres en este tipo 2.

La bipolaridad aparece muy temprano, entre los 15 hasta los 25 años. Por lo general el primer episodio en el varón es maníaco, mientras que en la hembra es depresivo.

A nivel mundial el trastorno bipolar tipo 1 y 2 ataca a un 2,6 % de la población. En Venezuela, las estadísticas más recientes datan de 2008, año en el que un 3,65 % de la población padecía de trastorno bipolar, lo cual podría traducirse en unos 700.000 a un millón de venezolanos bipolares.

Las causas del trastorno
Como en muchos casos, hay un factor genético que potencia el desarrollo de la enfermedad. Como comenta Luis Madrid: "Un paciente con trastorno bipolar siempre tiene en la familia un pariente con el mismo mal o con depresión, que abusa de sustancias como el alcohol o drogas. Es común que tenga parientes de carácter irritable, que sean noctámbulos y muy promiscuos sexualmente. La misma adolescencia se convierte en una causa porque las hormonas como la testosterona y los estrógenos, todo ese influjo hormonal que aparece en la pubertad, disparan la enfermedad sobre todo cuando hay predisposición genética. Hay otras causas que suelen predisponer la aparición de la enfermedad. Los trasnochos frecuentes y el consumo de sustancias como el alcohol y la marihuana son disparadores muy frecuentes del primer episodio. El estrés prolongado, entregas de tesis, viajes distantes en los cuales se cruzan más de cuatro husos horarios y las rupturas de las relaciones amorosas también pueden facilitar episodios maníacos o depresivos".

Un buen diagnóstico para sanar
El reto de los psiquiatras es detectar a tiempo y con mucha precisión cada síntoma del paciente bipolar, pues de ello dependerá su medicación. El doctor Madrid aclara que cada fase tiene sus propias características. "En el caso de la fase maníaca el paciente se torna irritable apenas se le lleva la contraria, estalla en ira tornándose violento. Presenta un aumento patológico de la energía, tiene hiperactividad, disminuye su necesidad de dormir, no es insomnio sino que puede pasar varios días sin dormir, se torna verborreico, hablador, locuaz, hay una marcada desinhibición económica; es decir, gasta dinero de forma compulsiva, se endeuda, hay un incremento patológico marcado de la libido, comienza a tener una conducta sexual indiscriminada, desproporcionada y promiscua, el pensamiento se torna muy rápido, lo cual dificulta la concentración, se muestra disperso y con dificultades para atender algo durante mucho tiempo. Comienza a tener proyectos megalomaníacos y poco viables, deseos de salvar al planeta, de construir estructuras colosales. La misma euforia los hace sentirse poderosos y que están por encima de los demás. De hecho se habla de un yo insuflado, de una egolatría muy marcada. Hay una hipersociabilidad, el paciente se vuelve intrusista, se mete en conversaciones ajenas, se vuelve impertinente. Se excitan fácilmente con la actividad física; por ejemplo, empiezan a bailar y les cuesta detenerse, empiezan a cantar y les cuesta detenerse, corren y les cuesta detenerse. Pueden hablar durante varias horas sin detenerse. Eventualmente puede haber actividades psicóticas, que es cuando el individuo se sale de la realidad, con delirios megalomaníacos en los que cree ser la reencarnación de alguien emblemático de la historia, creen que tienen una misión de salvar a la humanidad o a su país y pueden sufrir de alucinaciones al ver y escuchar cosas que los otros no ven", detalla Madrid.

En el caso de la fase depresiva, el psiquiatra subraya como síntomas comunes "un estado absolutamente anérgico, no triste como la depresión clásica. El cerebro se apaga y deja de producir neurotransmisores, por lo que el paciente comienza a presentar apatía y decaimiento, hay una marcada inhibición psicomotora, hay pérdida de la energía vital, hay aislamiento, el paciente cae en cama y le cuesta mucho levantarse sobre todo en las mañanas, hay muchísimo sueño, lo que se conoce como hipersomnia, hay mutismo pues no quiere hablar y se muestra demasiado parco al expresarse. Hay cambios extremos en el apetito, la persona puede estar muy inapetente en la mañana, pero en la noche tiene un hambre voraz, come de madrugada. Por eso es la única depresión durante la cual la gente aumenta de peso, debido a los atracones de comida en la noche o madrugada. Hay una disminución total de la libido, la parte sexual está completamente abolida, tiene incapacidad para experimentar placer. Surgen ideas de desesperanza, culpa, ruina y suicidio que con cierta frecuencia los lleva a hacer intentos de acabar con su vida", explica.

De hecho, las mujeres bipolares en estado depresivo intentan suicidarse con mucha frecuencia, pero afortunadamente sin éxito. Lamentablemente el hombre lo logra más. En todo el mundo, un 15 % de los pacientes bipolares mueren por suicidio.

Viajar a los dos polos sin morir en el intento
Tras un buen diagnóstico viene la lucha contra la enfermedad. El tratamiento estándar tras el primer episodio puede durar entre uno y dos años y puede retirarse si se observa mejoría. Si el paciente, luego de un tiempo, vuelve a presentar un episodio, entonces el tratamiento se prescribe indefinidamente. Madrid advierte que la enfermedad debe atacarse desde cuatro flancos.

Tratamiento farmacológico: Se usan los llamados estabilizadores del humor, son medicamentos que ponen un piso y un techo al ánimo para que este se mantenga fluctuando en el medio. En la actualidad existen al menos unos 28 medicamentos que solos o combinados son muy efectivos. El Omega 3 es un excelente potenciador de estos medicamentos.

Psicoeducación: Se utiliza para que el paciente tenga información que le ayude a manejar la enfermedad por sí mismo, a tomar conciencia de ella, a buscar ayuda en el momento adecuado, a detectar los síntomas de alarma cuando esté comenzando un episodio, a respetar estrictamente el tratamiento.

Psicoterapia: Tanto individual como grupal. Las que más han demostrado eficacia hasta ahora son la terapia cognitivo conductual y la terapia interpersonal y de ritmo social, que procuran que el paciente ordene su vida y tenga hábitos saludables para estabilizarse.

Terapia focalizada en la familia: Todos los miembros del grupo familiar deben colaborar, pues generalmente es allí donde se ubican los principales "saboteadores" o "perpetuadores" de la enfermedad. Por ejemplo, esas familias con alta expresión emocional, con dobles mensajes, cuyos miembros dan informaciones antagónicas al mismo tiempo, que tienen agresividad encubierta y que consciente o inconscientemente descalifican mucho al paciente.

Famosos Bipolares
Los bipolares son gente muy creativa, muy ocurrente, muy productiva. Son muy buenos en las artes y en los negocios, precisamente porque asumen los riesgos con osadía; además, son buenos en la política al ser muy empáticos, seductores y atractivos.

Catherine Zeta-Jones, Alan García y Cristina Kirchner son algunos de los bipolares más reconocidos. Ted Turner, el gigante de las telecomunicaciones, también padece la enfermedad. Se presume que Napoléon Bonaparte fue un gran bipolar. Por cierto, Moisés Feldman, psiquiatra venezolano ya fallecido, hizo un libro tituladoLas crisis psicológicas de Simón Bolívar, en el cual describe los episodios maníacos del Libertador y sus breves cuadros melancólicos. Lo presenta, de hecho, como un hombre de temperamento irritable, muy osado, muy lanzado. "Por eso hizo lo que hizo", agrega Madrid.

Las 3 reglas de Oro
1Tomarse el tratamiento como se lo indicó el médico, porque los pacientes bipolares suelen tomarse atribuciones sin consultar al especialista, entonces bajan las dosis, quitan un medicamento o paran el tratamiento por unos días, lo suspenden si van a tomar licor.

2No ingerir alcohol ni otras sustancias psicotrópicas, porque normalmente estas sustancias desestabilizan el sistema de neurotransmisión, ese es un cerebro que está muy sensible a desestabilizarse. De hecho, el debut de muchos pacientes bipolares, su primer episodio, ocurre por probar marihuana u otras drogas.

3Siempre dormir de noche y evitar dormir de día. Pues el no dormir de noche acelera a los pacientes bipolares y el dormir de día los deprime. Es muy común que estos pacientes se sientan más lúcidos a altas horas de la noche, por eso son muy noctámbulos. Pero una siesta durante el día hace que se despierten de mal humor porque se deprimen un poco.

El trastorno bipolar es totalmente curable. "Un paciente que tenga un buen tratamiento, con una buena psicoeducación, que maneje bien el estrés, es una persona que puede llevar una vida perfectamente normal. Pueden trabajar, estudiar, hacer familia, casarse, tener hijos, siempre y cuando se mantengan estables", asegura Madrid.

Una ayuda invaluable es la que presta la Fundación Venezolana del Paciente Bipolar y sus Familiares, una institución sin fines de lucro y que promueve reuniones el primer sábado de cada mes en la Parroquia Luis Gonzaga ubicada en Chuao, Caracas. Se realizan de 8:30 am hasta el mediodía, lapso en el que se imparten charlas psicoeducativas, se hacen dinámicas de grupo y se aclaran dudas. La entrada es libre. El teléfono es 0212-368.8854 y su cuenta de Twitter es @bipolarven. La cuenta del doctor Luis Madrid es @luismadridp.

Imagine montarse en una montaña rusa: explosiva, breve, pero contundente; y, de pronto, bajarse de ella y entrar en la apatía más absoluta. El trastorno bipolar somete al paciente a un recorrido desenfrenado que comienza en la alegría desmesurada y culmina en una profunda tristeza cuya desesperanza lleva, muchas veces, al suicidio

por PEDRO GUERRERO  |  DOMINGO 22 DE JUNIO DE 2014

El ánimo no es una línea recta, tiene sus altas y bajas, pero la mayoría de las personas puede vivir normalmente con esos cambios. Unos días despiertan más temprano y quieren comerse el mundo, y otros pelean con el despertador varias veces y se sienten un poco fracasadas, sin que eso represente un problema. Pero para los llamados "bipolares" estos cambios se presentan de manera brusca y exagerada, ocasionándoles graves inconvenientes en su entorno social.

Aunque a muchos el término bipolar pudiera parecerles muy reciente, debido a la promoción que líderes políticos y artistas rutilantes le han dado al padecerla, es una enfermedad que está descrita hace más de 2.000 años. Médicos de la Antigua Grecia como Hipócrates y Areteo de Capadocia hicieron una descripción bien detallada acerca de la depresión o la melancolía. Además notaron que un grupo de estos melancólicos, que llamaron, luego, melancólicos agitantes, bailaban fascinados con la música y la fiesta, en un exagerado estado de hedonismo, y, luego, volvían a caer en su tristeza. Una descripción que se aproxima bastante a lo que hoy se conoce como trastorno bipolar.

A mediados del siglo XIX los franceses Jean Pierre Falret y Jules Baillarger hablaron de la locura de doble forma o locura circular. Posteriormente, el alemán Emil Kraepelin se refirió a la psicosis maníaco depresiva, mientras que en pleno siglo XX, a finales de los setenta, se empezó a reconsiderar como un término muy limitado, pues algunos pacientes no completaban los criterios para ser diagnosticados con precisión.

Hoy en día se sabe que el trastorno bipolar es una enfermedad del estado de ánimo, en la que el individuo pierde la capacidad de regular las fluctuaciones normales y habituales del ánimo. Para el psiquiatra venezolano Luis Madrid se trata de un desbalance neuroquímico. "El cerebro es una gran bola de cables, que son las neuronas, y estas se comunican gracias a sustancias químicas conocidas como neurotransmisores. Algunas de ellas son la serotonina, la noradrenalina, la acetilcolina y la dopamina. El trastorno bipolar aparece cuando la producción de esas sustancias se altera y se producen en exceso o por el contrario se dejan de producir", explica.

Este especialista, quien además es presidente de la Sociedad Interamericana de Trastorno Bipolar, describe que "de pronto esos cambios de ánimo suben muy hacia arriba sin ninguna razón y de manera muy intensa, desproporcionada y permanente. Es una euforia que puede durar días, semanas o meses y que muchas veces raya en la irritabilidad. Así como se pierde el control hacia arriba, igualmente se pierde hacia abajo, el paciente comienza a deprimirse sin ninguna razón y de manera muy intensa y prolongada incluso por años".

En palabras sencillas, los afectos son una suerte de superhéroe que siempre es acechado por su villano, todos tienen su contraparte. Así, encontramos el amor y el odio, la seguridad y el miedo, el orgullo y la vergüenza, la alegría y la tristeza. "Es allí precisamente donde se ubica el trastorno bipolar, cuando se presentan fluctuaciones que van desde una tristeza patológica, que es lo que se conoce como depresión, hasta una alegría patológica que se conoce como manía o hipomanía. El paciente se debate entre esos dos polos de rango afectivo", precisa Madrid.

El episodio de hoy: de la risa al llanto
Como si de una teleserie se tratara, se habla de episodios. A cada lapso en el que la apatía y la euforia hacen de las suyas, se le conoce como episodio o fase. El psiquiatra entrevistado aclara que "si un paciente hace solamente episodios de depresión, obviamente no se puede hacer el diagnóstico de trastorno bipolar, en ese caso sería un cuadro de depresión clásico recurrente. Para ser bipolar tiene que haber presentado al menos un episodio de hipomanía o manía junto con otro episodio de depresión. En un año pueden darse varios episodios. Cuando el paciente tiene cuatro episodios o más en el mismo año se le conoce como ciclador rápido y eso requiere también un diagnóstico particular. A los cicladores rápidos hay que descartarle un posible cuadro de hipotiroidismo que les hace tener hasta ocho episodios maníaco depresivos anualmente. A estos pacientes hay que vigilarlos mucho, pues tienen mayor riesgo de suicidio. Debido a la gran frustración que les produce el salir de un episodio y entrar en otro de inmediato, pueden llegar a pensar que es mejor ponerle fin a sus vidas. Estos también tienen predisposición al abuso de sustancias, por eso entre ellos es muy frecuente el alcoholismo, tabaquismo y consumo de drogas".

Para la psiquiatría existen varios tipos de trastorno bipolar, pero los más frecuentes son el tipo 1 y el tipo 2. El primero es cuando el paciente es maníaco depresivo; es decir, tiene episodios de manía que se alternan con episodios de depresión. Ambos sexos lo padecen en iguales proporciones. En el segundo el paciente sufre episodios de hipomanía que son muy cortos y breves, de euforia no tan elevada y hasta discreta que dura pocos días, pero luego viene una depresión muy fuerte y duradera. Quienes lo padecen son muy resistentes al tratamiento y es necesario que se diagnostiquen correctamente. Por cada 100 enfermos, 75 son mujeres en este tipo 2.

La bipolaridad aparece muy temprano, entre los 15 hasta los 25 años. Por lo general el primer episodio en el varón es maníaco, mientras que en la hembra es depresivo.

A nivel mundial el trastorno bipolar tipo 1 y 2 ataca a un 2,6 % de la población. En Venezuela, las estadísticas más recientes datan de 2008, año en el que un 3,65 % de la población padecía de trastorno bipolar, lo cual podría traducirse en unos 700.000 a un millón de venezolanos bipolares.

Las causas del trastorno
Como en muchos casos, hay un factor genético que potencia el desarrollo de la enfermedad. Como comenta Luis Madrid: "Un paciente con trastorno bipolar siempre tiene en la familia un pariente con el mismo mal o con depresión, que abusa de sustancias como el alcohol o drogas. Es común que tenga parientes de carácter irritable, que sean noctámbulos y muy promiscuos sexualmente. La misma adolescencia se convierte en una causa porque las hormonas como la testosterona y los estrógenos, todo ese influjo hormonal que aparece en la pubertad, disparan la enfermedad sobre todo cuando hay predisposición genética. Hay otras causas que suelen predisponer la aparición de la enfermedad. Los trasnochos frecuentes y el consumo de sustancias como el alcohol y la marihuana son disparadores muy frecuentes del primer episodio. El estrés prolongado, entregas de tesis, viajes distantes en los cuales se cruzan más de cuatro husos horarios y las rupturas de las relaciones amorosas también pueden facilitar episodios maníacos o depresivos".

Un buen diagnóstico para sanar
El reto de los psiquiatras es detectar a tiempo y con mucha precisión cada síntoma del paciente bipolar, pues de ello dependerá su medicación. El doctor Madrid aclara que cada fase tiene sus propias características. "En el caso de la fase maníaca el paciente se torna irritable apenas se le lleva la contraria, estalla en ira tornándose violento. Presenta un aumento patológico de la energía, tiene hiperactividad, disminuye su necesidad de dormir, no es insomnio sino que puede pasar varios días sin dormir, se torna verborreico, hablador, locuaz, hay una marcada desinhibición económica; es decir, gasta dinero de forma compulsiva, se endeuda, hay un incremento patológico marcado de la libido, comienza a tener una conducta sexual indiscriminada, desproporcionada y promiscua, el pensamiento se torna muy rápido, lo cual dificulta la concentración, se muestra disperso y con dificultades para atender algo durante mucho tiempo. Comienza a tener proyectos megalomaníacos y poco viables, deseos de salvar al planeta, de construir estructuras colosales. La misma euforia los hace sentirse poderosos y que están por encima de los demás. De hecho se habla de un yo insuflado, de una egolatría muy marcada. Hay una hipersociabilidad, el paciente se vuelve intrusista, se mete en conversaciones ajenas, se vuelve impertinente. Se excitan fácilmente con la actividad física; por ejemplo, empiezan a bailar y les cuesta detenerse, empiezan a cantar y les cuesta detenerse, corren y les cuesta detenerse. Pueden hablar durante varias horas sin detenerse. Eventualmente puede haber actividades psicóticas, que es cuando el individuo se sale de la realidad, con delirios megalomaníacos en los que cree ser la reencarnación de alguien emblemático de la historia, creen que tienen una misión de salvar a la humanidad o a su país y pueden sufrir de alucinaciones al ver y escuchar cosas que los otros no ven", detalla Madrid.

En el caso de la fase depresiva, el psiquiatra subraya como síntomas comunes "un estado absolutamente anérgico, no triste como la depresión clásica. El cerebro se apaga y deja de producir neurotransmisores, por lo que el paciente comienza a presentar apatía y decaimiento, hay una marcada inhibición psicomotora, hay pérdida de la energía vital, hay aislamiento, el paciente cae en cama y le cuesta mucho levantarse sobre todo en las mañanas, hay muchísimo sueño, lo que se conoce como hipersomnia, hay mutismo pues no quiere hablar y se muestra demasiado parco al expresarse. Hay cambios extremos en el apetito, la persona puede estar muy inapetente en la mañana, pero en la noche tiene un hambre voraz, come de madrugada. Por eso es la única depresión durante la cual la gente aumenta de peso, debido a los atracones de comida en la noche o madrugada. Hay una disminución total de la libido, la parte sexual está completamente abolida, tiene incapacidad para experimentar placer. Surgen ideas de desesperanza, culpa, ruina y suicidio que con cierta frecuencia los lleva a hacer intentos de acabar con su vida", explica.

De hecho, las mujeres bipolares en estado depresivo intentan suicidarse con mucha frecuencia, pero afortunadamente sin éxito. Lamentablemente el hombre lo logra más. En todo el mundo, un 15 % de los pacientes bipolares mueren por suicidio.

Viajar a los dos polos sin morir en el intento
Tras un buen diagnóstico viene la lucha contra la enfermedad. El tratamiento estándar tras el primer episodio puede durar entre uno y dos años y puede retirarse si se observa mejoría. Si el paciente, luego de un tiempo, vuelve a presentar un episodio, entonces el tratamiento se prescribe indefinidamente. Madrid advierte que la enfermedad debe atacarse desde cuatro flancos.

Tratamiento farmacológico: Se usan los llamados estabilizadores del humor, son medicamentos que ponen un piso y un techo al ánimo para que este se mantenga fluctuando en el medio. En la actualidad existen al menos unos 28 medicamentos que solos o combinados son muy efectivos. El Omega 3 es un excelente potenciador de estos medicamentos.

Psicoeducación: Se utiliza para que el paciente tenga información que le ayude a manejar la enfermedad por sí mismo, a tomar conciencia de ella, a buscar ayuda en el momento adecuado, a detectar los síntomas de alarma cuando esté comenzando un episodio, a respetar estrictamente el tratamiento.

Psicoterapia: Tanto individual como grupal. Las que más han demostrado eficacia hasta ahora son la terapia cognitivo conductual y la terapia interpersonal y de ritmo social, que procuran que el paciente ordene su vida y tenga hábitos saludables para estabilizarse.

Terapia focalizada en la familia: Todos los miembros del grupo familiar deben colaborar, pues generalmente es allí donde se ubican los principales "saboteadores" o "perpetuadores" de la enfermedad. Por ejemplo, esas familias con alta expresión emocional, con dobles mensajes, cuyos miembros dan informaciones antagónicas al mismo tiempo, que tienen agresividad encubierta y que consciente o inconscientemente descalifican mucho al paciente.

Famosos Bipolares
Los bipolares son gente muy creativa, muy ocurrente, muy productiva. Son muy buenos en las artes y en los negocios, precisamente porque asumen los riesgos con osadía; además, son buenos en la política al ser muy empáticos, seductores y atractivos.

Catherine Zeta-Jones, Alan García y Cristina Kirchner son algunos de los bipolares más reconocidos. Ted Turner, el gigante de las telecomunicaciones, también padece la enfermedad. Se presume que Napoléon Bonaparte fue un gran bipolar. Por cierto, Moisés Feldman, psiquiatra venezolano ya fallecido, hizo un libro tituladoLas crisis psicológicas de Simón Bolívar, en el cual describe los episodios maníacos del Libertador y sus breves cuadros melancólicos. Lo presenta, de hecho, como un hombre de temperamento irritable, muy osado, muy lanzado. "Por eso hizo lo que hizo", agrega Madrid.

Las 3 reglas de Oro
1Tomarse el tratamiento como se lo indicó el médico, porque los pacientes bipolares suelen tomarse atribuciones sin consultar al especialista, entonces bajan las dosis, quitan un medicamento o paran el tratamiento por unos días, lo suspenden si van a tomar licor.

2No ingerir alcohol ni otras sustancias psicotrópicas, porque normalmente estas sustancias desestabilizan el sistema de neurotransmisión, ese es un cerebro que está muy sensible a desestabilizarse. De hecho, el debut de muchos pacientes bipolares, su primer episodio, ocurre por probar marihuana u otras drogas.

3Siempre dormir de noche y evitar dormir de día. Pues el no dormir de noche acelera a los pacientes bipolares y el dormir de día los deprime. Es muy común que estos pacientes se sientan más lúcidos a altas horas de la noche, por eso son muy noctámbulos. Pero una siesta durante el día hace que se despierten de mal humor porque se deprimen un poco.

El trastorno bipolar es totalmente curable. "Un paciente que tenga un buen tratamiento, con una buena psicoeducación, que maneje bien el estrés, es una persona que puede llevar una vida perfectamente normal. Pueden trabajar, estudiar, hacer familia, casarse, tener hijos, siempre y cuando se mantengan estables", asegura Madrid.

Una ayuda invaluable es la que presta la Fundación Venezolana del Paciente Bipolar y sus Familiares, una institución sin fines de lucro y que promueve reuniones el primer sábado de cada mes en la Parroquia Luis Gonzaga ubicada en Chuao, Caracas. Se realizan de 8:30 am hasta el mediodía, lapso en el que se imparten charlas psicoeducativas, se hacen dinámicas de grupo y se aclaran dudas. La entrada es libre. El teléfono es 0212-368.8854 y su cuenta de Twitter es @bipolarven. La cuenta del doctor Luis Madrid es @luismadridp.

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