martes, 13 de octubre de 2015

Navegar por los surcos de nuestras heridas nos permitirá llegar a nuestro jardín interior, como diría mi amigo Carlos Fraga

VIERNES, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2015

NIÑOS HERIDOS EMOCIONALMENTE

Por: Óscar Misle, @oscarmisle



Niños heridos emocionalmente
Los niños sufren heridas desde el nacimiento. (Créditos: Shutterstock.com)

En uno de mis más recientes libros “Heridas que muerden, 
heridas que florecen” con editorial Planeta, hago 
referencia a las heridas desde el nacimiento. Lo descubrimos 
cuando notamos que en la mitad de nuestro cuerpo 
está el ombligo, esa cicatriz que representa la herida inicial. 
Fue la  primera  vez  que sentimos el abandono. Lo tenemos 
tatuado para recordarnos  que estamos  heridos desde 
el nacimiento y  que es una herida  común.
Si en la crianza  y en la educación, repetimos la receta, 
utilizando métodos violentos, seguramente nuestras 
heridas comenzarán a morder. 
Paradójicamente en los lugares que tendríamos que 
estar y sentirnos más seguros y protegidos por las 
personas que  supuestamente nos tendrían que amar,  
nos agredieron y dijeron: “Te pego porque te quiero”. 
En pocas ocasiones se les pasó la mano y nuestro grito 
fue olvidado.

Nuestras heridas las llevamos a la escuela metidas 
en nuestros morrales o mochilas. Producidas por duelos, 
traiciones, violencia intrafamiliar, adicciones, abandono. 
Cuando llegamos a nuestras casas con nuevas 
cargas no hubo tiempo y espacio para compartir lo 
vivido o sufrido por las agresiones, por bullying o 
acoso escolar u otras formas de violencia. 

Lisa Bourbeau, destaca cinco heridas emocionales 
o experiencias dolorosas de la infancia, que influirán en 
el desarrollo de la personalidad:

Abandono: generado por la soledad, la falta de atención…
Quien la padeció puede tener la tendencia a abandonar 
a sus parejas, proyectos, por temor a ser ella la 
abandonada. Tendrán que trabajar su miedo a la soledad, 
su temor a ser rechazadas y las barreras invisibles 
al contacto físico.

Rechazo: una herida profunda, implica el rechazo a 
nuestras vivencias, pensamientos y sentimientos. La 
persona que la padece no se siente merecedora de 
afecto, comprensión y se aísla por el miedo de ser 
rechazado.

Humillación: se genera cuando hay desaprobación 
y crítica permanente. Se pueden convertir en 
personas dependientes que buscan permanentemente 
aprobación, hipersensibles a las críticas. Dependientes. 
Pueden convertirse en “tiranos” y egoístas como un 
mecanismo de defensa, e incluso a humillar a los demás 
como escudo protector.

Traición: se da cuando el niño se ha sentido 
traicionado por alguno de sus padres o persona 
significativa porque incumplieron permanentemente 
sus promesas y compromisos. Puede convertirlos en 
personas que necesitan tenerlo todo controlado

Injusticias: experiencias vividas hace que se 
generen sentimientos de frustración,  ineficacia e 
inutilidad, tanto en la niñez como en la edad adulta. 
Podrán convertirse en personas rígidas, resentidas. 
Intentan adquirir un gran poder. Es posible se conviertan 
en fanáticas perfeccionistas.

Navegar por los surcos de nuestras heridas nos permitirá 
llegar a nuestro jardín interior, como diría mi amigo 
Carlos Fraga, que me honró con el prólogo. Es un 
viaje a nuestro interior que nos permitirá trasformar 
nuestras heridas para verlas  florecer.

Seguimos creciendo juntos

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