LOS APAGONES DE LA VIDA
LOS APAGONES DE LA VIDA
Cuando la vida nos apaga la luz, en nuestro corazón
aparecen velas.
aparecen velas.
En mi libro “Herido que muerden, herido que florecen”
hago referencia a esos sucesos que de pronto te
cambian la vida. Recuerdo al padre Godoy, un sacerdote
salesiano con quien compartí en mis años de
adolescente en un grupo en el que realizábamos
actividades recreativas, deportivas y artísticas con los
niños, niñas y adolescentes de un sector popular caraqueño.
En una de las reflexiones grupales nos contó que en
En una de las reflexiones grupales nos contó que en
su pueblito Timotes, ubicado en el páramo andino,
cuando los sorprendía un apagón, todo se oscurecía.
El percance los obligaba a encender velas, y con esa
tenue luz empezaban a buscar la avería.
Eso pasa en nuestras vidas. Todo parece estar
“bien” hasta que nos sorprende “un apagón”.
Puede ser por una enfermedad, duelo, accidente, la
pérdida del trabajo, la ruptura con una pareja,
la partida de un amigo…
Un suceso que nos pone de rodillas revelándonos
Un suceso que nos pone de rodillas revelándonos
como la vida puede cambiar de un momento a otro,
sin previo aviso, donde poco nos sirven las certezas
y las seguridades, la soberbia, las arrogancias y
vanidades... Lo que nos queda como sedimento de
ese momento, es un ser ablandado por la vulnerabilidad
que necesita conectarse con lo esencial.
Ahora ¿qué es lo esencial? Es eso que te hace mirar
para arriba cuando estás atrapado en la sombra.
Es lo que te hace volcar los ojos al interior,
cuando están encandilados por las seducciones
del exterior, por las adicciones al consumo, las
alucinaciones del éxito, el gusto por el poder y todo
eso que nos atrapa afuera.
Lo esencial es eso que te hace salir de la rutina,
para hacer una llamada, enviar un correo electrónico,
un mensaje de texto, hacer una vista, dar un abrazo,
enviar una señal de amor y presencia a quien quieres
por el simple placer de hacerlo.
Son momentos que nos hacen escuchar lo inaudible,
expresar lo inexpresable, desde lo que somos;
pero eso requiere quitarnos el condón emocional.
Se dice fácil pero es complicado en esta sociedad
Ese apagón de la vida, en el momento menos esperado,
puede ser una oportunidad que nos advierte que
debemos observar lo que al principio no se ve en la
oscuridad para descubrir, como en las penumbras,
se empiezan a revelar formas que nos dan señales
que, poco a poco, encontraremos entre las sombras
la luz y con ella la avería que generó el apagón.
La “avería” hay que reconocerla, asumirla para
transformarla. Repararla es un trabajo nada fácil,
pero no por ello imposible.
En esta cultura ligth donde todo se quiere de forma
rápida, instantánea, tomando atajos, la vida se
encarga de ponernos de parada. Nos pone a vivir
procesos que no podemos controlar desde afuera,
que requieren mirar nuestro interior para atender
esas heridas que posiblemente estén enconadas o
infectadas y que exigen ser atendidas limpiarlas
con amor y compasión, un proceso doloroso pero
necesario para que nuestras heridas puedan florecer.
Seguimos creciendo juntos
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