Danza del Vajra armoniza la vida
Jóvenes con discapacidad recibieron clases de este arte milenario
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Una sesión dura diez minutos NICOLA ROCCO
CAROLINA CONTRERAS A. | EL UNIVERSAL
jueves 4 de junio de 2015 12:00 AM
Relajación, armoniza y paz son sólo algunos de los beneficios que trae practicar la danza del Vajra, que ha sido cultivada por varios siglos en el mundo y de la que en Venezuela, comunidad Dzogchen organizó una clase especial para jóvenes con discapacidades.
Las clases se realizaron en el Club Los Cortijos y reunió a 15 jóvenes discapacitados que se beneficiaron de este arte milenario.
Carmen Rivas, quien lleva 15 años como instructora, fue la profesora que enseñó a los muchachos los movimientos y formas de esta danza que ayuda a meditar y a encontrar un equilibrio tanto del cuerpo como de la mente.
"Esta es una practica de meditación en movimiento con una música muy particular de mantras, mientras se desarrolla dentro de un espacio que se llama mandala, que representa al planeta Tierra", explica la instructora.
Para practicar esta danza se puede ser de cualquier nacionalidad, religión, género y creencias; la edad no es limitativa y se busca "la armonización total en todos los aspectos de la vida", apunta la profesora.
Estos aspectos están relacionados con el cuerpo, la energía y la mente, el cual es el punto principal de la danza ya que a través de la mandala y la música se armoniza la existencia.
"Esta danza, que se hace en todo el mundo, incluso está en el sistema de danza de la Unesco, es originaría de un lugar muy remoto, de una tierra que existía en lo que es hoy Afganistán y Pakistán, y es en este momento que empieza a dispersarse y que la gente está descubriendo que es una danza que beneficia a todos", dice Rivas.
Entre los beneficios que han obtenido los chicos se encuentra el del movimiento y la relajación, cualidades importantes para su estado.
"Ha sido una experiencia extraordinaria. Estoy conmovida; estos jóvenes tratan de integrarse a la vida y puedo decir que ellos son muy capaces de realizar la danza. Es muy reconfortante lo que las madres y los mismos chicos me proporcionan y los resultados que me cuentan que han tenido. Por ejemplo, Aquiles es un chico que tiene limitado el movimiento, no podía mover el brazo derecho, y luego de la primera tanda de las clases sí lo puede mover; su mamá me estaba dando las gracias por la danza. También me reportan los padres que los chicos están más relajados, tenemos el caso de Marcela, que se encontraba triste por la muerte de su mamá y ahora está más activa", comenta la instructora.
Las sesiones duran poco, pueden llegar a los 10 minutos en la mandala; sólo se debe tener mucha paciencia y voluntad de relajarse a un nivel único.
Las clases se realizaron en el Club Los Cortijos y reunió a 15 jóvenes discapacitados que se beneficiaron de este arte milenario.
Carmen Rivas, quien lleva 15 años como instructora, fue la profesora que enseñó a los muchachos los movimientos y formas de esta danza que ayuda a meditar y a encontrar un equilibrio tanto del cuerpo como de la mente.
"Esta es una practica de meditación en movimiento con una música muy particular de mantras, mientras se desarrolla dentro de un espacio que se llama mandala, que representa al planeta Tierra", explica la instructora.
Para practicar esta danza se puede ser de cualquier nacionalidad, religión, género y creencias; la edad no es limitativa y se busca "la armonización total en todos los aspectos de la vida", apunta la profesora.
Estos aspectos están relacionados con el cuerpo, la energía y la mente, el cual es el punto principal de la danza ya que a través de la mandala y la música se armoniza la existencia.
"Esta danza, que se hace en todo el mundo, incluso está en el sistema de danza de la Unesco, es originaría de un lugar muy remoto, de una tierra que existía en lo que es hoy Afganistán y Pakistán, y es en este momento que empieza a dispersarse y que la gente está descubriendo que es una danza que beneficia a todos", dice Rivas.
Entre los beneficios que han obtenido los chicos se encuentra el del movimiento y la relajación, cualidades importantes para su estado.
"Ha sido una experiencia extraordinaria. Estoy conmovida; estos jóvenes tratan de integrarse a la vida y puedo decir que ellos son muy capaces de realizar la danza. Es muy reconfortante lo que las madres y los mismos chicos me proporcionan y los resultados que me cuentan que han tenido. Por ejemplo, Aquiles es un chico que tiene limitado el movimiento, no podía mover el brazo derecho, y luego de la primera tanda de las clases sí lo puede mover; su mamá me estaba dando las gracias por la danza. También me reportan los padres que los chicos están más relajados, tenemos el caso de Marcela, que se encontraba triste por la muerte de su mamá y ahora está más activa", comenta la instructora.
Las sesiones duran poco, pueden llegar a los 10 minutos en la mandala; sólo se debe tener mucha paciencia y voluntad de relajarse a un nivel único.
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