viernes, 10 de agosto de 2012

Reflexionen este párrafo y verán que muchas claves para las mujeres están alli


¿Dónde está el Equilibrio?
Crear el hábito de la soledad y comunión contigo misma es una de las mayores bendiciones que podemos cultivar.

Con un conocimiento nuevo, doloroso y divertido a la vez, empiezo a comprender por qué las mujeres casadas rara vez llegaron a la espiritualidad activa.
 Estoy convencida de que no tiene nada que ver, como antes creía, con la castidad o con los hijos. Tiene que ver, básicamente, con las distracciones: el embarazo, la lactancia, el cuidado y la educación de los hijos; llevar una casa, con sus mil y un detalles, y las relaciones humanas con la mirada de gentes o cosas que tiran de nosotras. Tanto es así que las ocupaciones normales de la mujer se contraponen a la vida creativa, contemplativa o de espiritualidad.
 El problema no está sólo en la dicotomía mujer y profesión, mujer y hogar, o mujer  e independencia. Es algo mucho más básico: cómo mantenerse cabal en medio de las distracciones de la vida; cómo mantenerse equilibrada por más que muchas fuerzas centrífugas tiendan a arrancarte de tu centro; cómo mantenerse fuerte, por más que haya choques en la periferia y tiendan a romper el eje de la rueda…
 Pero ¿Cómo? El retiro total no es posible. No puedo eludir mis responsabilidades, no puedo hacerme espiritual en medio de mi vida familiar. No me gustaría serlo. Para mí, la solución no está ni en la renuncia total al mundo ni en su aceptación total. Tengo que encontrar un equilibrio en algún punto, o un ritmo que alterne esos dos extremos, un movimiento pendular entre la soledad y la comunión, entre el retiro y el regreso.
 Hoy, la lección que tengo que aprender es difícil: dejar a los amigos y a la familia, y practicar deliberadamente el hábito de la soledad durante una hora, un día o una semana. El cambio es lo que más me cuesta, pero, una vez que lo he hecho, descubro que en estar sola hay una cualidad increíblemente valiosa. La vida se precipita de nuevo al vacío, más rica, más vívida, más plena que antes.
Extracto de: Regalo del Mar por AnneMorrow Lindbergh

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