miércoles, 16 de noviembre de 2011

Sin ser médica, ¿qué ha significado para mi el servicio de sanadora en SINTERLUZ, Valencia, Venezuela?

EL REGALO DE SERVIR
Servir, dar y darse a los demás, constituye un maravilloso
regalo. Se dice que “se recibe más de lo que se da”, o que
precisamente “al dar es cuando se recibe”, y es que la entrega tiene
una inmensa repercusión en la persona que actúa con el corazón
abierto y se ofrece de forma desinteresada. No hay acción más
fructífera que aquella que se realiza sin más, sin expectativas, sin
ánimo de lograr una recompensa o de sentirse bien por la tarea
realizada.
El desapego y el desprendimiento son características intrínsecas de la entrega
amorosa. El auténtico servicio es aquel en el que la persona de forma voluntaria y
desinteresada actúa en favor del bienestar de los demás de forma sencilla, límpida, sin
esperar nada a cambio, ni siquiera la propia satisfacción psicológica o emocional
derivada de ayudar al otro. El servicio en estado puro es aquel que simplemente se
lleva a cabo sin más. Esta actitud es inherente al ser humano, la persona está
constituida de modo que puede actuar como un verdadero canal a través del cual se
despliega la fuerza amorosa capaz de ayudar al prójimo. Es esa fuerza vital y poderosa
la que tiene el efecto de acompañar, estimular, vivificar y fortalecer a quien lo
necesita, ya sea alguien enfermo, triste, solo, moribundo…. Esa misma fuerza
resplandeciente es la que transmite alguien que vive su existencia de forma gozosa y
plena y no puede hacer otra cosa que compartirlo y transmitirlo a quienes están a su
alrededor.
En ambos casos el espíritu poderoso del amor comunicado con sinceridad tiene
una gran capacidad transformadora. Es entonces cuando aparece la recompensa,
precisamente porque no se busca ni se espera, llega en forma de gozo, plenitud y
alegría compartida dando sentido a la entrega amorosa.
Al vivir y experimentar con autenticidad la actitud de servicio y entrega a los
demás se descubre que no existe cabida para el orgullo, la prepotencia, la altivez o la
actitud de superioridad. Estas actitudes son incompatibles con la vivencia del amor
sincero, puesto que quien ama y sirve de verdad sabe desde lo más profundo de su ser
que él no es el protagonista, sino únicamente un instrumento, maravilloso y con un
gran potencial, pero un simple instrumento a través del cual puede llegar la música de
la vida a quienes le rodean. Por ello, el mejor indicador para conocer de la pureza del
servicio voluntario y desinteresado a los demás es justamente la humildad que
impregna toda acción noble y desinteresada. Por el contrario, si la entrega no se hace
desde una actitud humilde significa que no se hace con y desde el corazón ni expresa
lo más profundo y bello del alma, sino que simplemente muestra determinados rasgos
de la personalidad humana en su nivel más superficial.
El servicio a los demás exige también estar en un estado de permanente
atención al fluir de los acontecimientos, las circunstancias cambiantes, la relación con
las personas con quienes nos encontramos y las diferentes señales que la vida nos va
presentando para indicarnos el camino. La cuestión es estar despiertos y disponibles
para seguir las numerosas indicaciones que recibimos. En realidad todo es un
aprendizaje. Se trata de dejar que el Espíritu fluya en nosotros. Si nos dejamos guiar
por Él y en cada momento estamos en el lugar adecuado todo se tiñe de gozo y de paz,
todo, hasta el más pequeño acontecimiento o suceso, tiene sentido y la vida se llena

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