A, B, AB, O... y otras 19 más, al parecer. ¿Sabemos por qué
y para qué?
By BBC MUNDO
18 DE MARZO DE 2017 09:30 AM | ACTUALIZADO EL 18 DE MARZO DE
2017 09:50 AM
"Tenemos al menos 23 sistemas de grupos
sanguíneos"... ¿Cómo? ¿De dónde salieron todos esos que la doctora Sheena
Cruickshank asegura que existen? ¡La mayoría de nosotros sólo hemos oído hablar
de cuatro!
A, B, AB y O. Pare de contar.
"Es cierto, ABO es sólo uno de los grupos y nos es más
familiar porque es el que más nos preocupa, en términos de reacciones a las
transfusiones y la donación de sangre", explica la experta de la
Universidad de Manchester, Inglaterra.
Para no confundirnos, mejor recordemos lo básico.
Hablar de grupos sanguíneos implica hablar de glóbulos rojos
o eritrocitos, que son los que transportan el oxígeno por el cuerpo.
Sobre ellos...
* 30 billones de glóbulos rojos tiene un adulto humano
promedio en el cuerpo
* Cada minuto cada uno de ellos completa el viaje por
todo tu sistema circulatorio
* 150.000 veces recorren tu cuerpo antes de morir
* 2 millones de glóbulos rojos produce tu cuerpo cada
segundo para reemplazar los que mueren
* Esos que mueren son los que le dan el color café a tu
popó
Pero no toda la sangre es igual
Las diferencias las descubrimos gracias a los semiexitosos
experimentos de un obstetra británico llamado James Blundell.
Él fue quien hizo la primera transfusión de humano a
humano que se haya registrado, en 1818.
Su paciente era una mujer que estaba sufriendo una
hemorragia después de dar a luz; el doctor le sacó sangre a su esposo y usó una
jeringa para transferírsela a su esposa.
Además de esa, hizo otras 10 transfusiones, la mitad de
ellas con éxito... lo que quiere decir que la otra mitad, el resultado no fue
bueno.
La razón probablemente fue la incompatibilidad de los grupos
sanguíneos.
Qué es exactamente
La incompatibilidad surge porque no todos los glóbulos rojos
son iguales.
Adentro, todo es hemoglobina, pero afuera las proteínas y
carbohidratos que cubren las células varían ligeramente.
De ahí vienen los diferentes tipos de sangre.
"Hay 4 grupos principales: A, B, AB y O",
explica la doctora Jo Mountford, del Servicio Nacional de Transfusión de Sangre
de Escocia.
"Si eres tipo A, tendrás el antígeno A; B, el B; AB
tiene ambos; O no tiene ninguno"
.
"Esos antígenos son básicamente proteínas con azúcar
pegada que sobresalen de la superficie de los glóbulos rojos".
"La clave ahí es que tu cuerpo está acostumbrado a
tus glóbulos rojos con o sin las proteínas en la superficie, así que si le das
a una persona el mismo tipo de sangre, no hay problema, porque el cuerpo la
'reconoce'".
"Pero si eres tipo A y te dan sangre tipo B, tu cuerpo
nunca ha visto algo así, de manera que lo interpreta como la introducción de
algo extraño, y el sistema inmunológico responde".
"Eso es lo que tenemos que evitar: las reacciones a las
transfusiones".
En términos poco técnicos, los leucocitos o glóbulos blancos
se espantan y empiezan a atacar a los rojos desconocidos.
La incompatibilidad fue la clave
Ahora, como el tipo O no tiene ninguna de esas proteínas
antígenas cubiertas de azúcar cubriendo las células, no hay nada extraño que
excite al sistema inmunológico. Por eso quienes tienen sangre tipo O
son donantes universales.
Además, ese es el tipo de sangre que tienden a mantener en
las salas de urgencias y otros lugares en los que no tienen el tiempo para
examinar qué tipo de sangre necesitan los pacientes.
El otro tipo universal es el AB: como conoce los antígenos A
y B, nada lo sorprende, así que es conocido como el receptor universal.
La reacción del sistema inmunológico al mezclar tipos de
sangre incompatibles fue lo que permitió descubrir que esos grupos existían.
"El doctor austríaco Karl Landsteiner estaba haciendo
unos experimentos, mezclando sangre de varias personas, y notó que a veces se
producía una aglutinación", cuenta Cruickshank.
"Esa aglutinación sucedía porque las personas que son
tipo A producen anticuerpos contra el tipo B. Cuando las mezclas es como si los
anticuerpos las cubrieran en velcro y hace que todas se peguen, así que es muy
visual".
Y, ¿aparte de A, B y O?
Reconocer y destruir a los intrusos es la base de la
inmunidad. Sin embargo, tenemos otros tipos de mecanismos de defensa.
Uno de ellos es un complejo sistema llamado sistema
inmunitario adaptivo, que depende de la memoria inmunológica, y eso es un
factor importante en otro de nuestros grupos sanguíneos: el factor rhesus
o rh.
"El factor rh es que es otro tipo de estos antígenos:
uno tiene rh o no; el rh es positivo o negativo", dice Cruickshank.
"Nos importa porque hay una enfermedad llamada
incompatibilidad rh. Si una madre es rh- y su compañero es rh+, el bebé tendrá
rh+. Si la sangre del bebé por alguna razón entra en el torrente sanguíneo de
la madre cuando da a luz, la madre empezará a producir anticuerpos, pues se habrán
sensibilizado".
"El problema vendrá cuando la madre vaya a tener el
siguiente hijo. Como ya está sensibilizada, la madre empezará a
producir anticuerpos contra las los glóbulos rojos del feto".
"Afortunadamente, lo podemos detectar, manejar y tratar
usando anticuerpos que bloqueen la respuesta de la madre e impidan que ataque
al bebé", apunta la experta en inmunología.
No se sabe
La proporción de los diferentes grupos de sangre cambian en
distintas regiones del mundo: en India, el 40% de la gente es tipo B mientras
que en Reino Unido, sólo el 10%.
Parecería indicar que hay un vínculo genético.
De ser así, ¿habrá alguna ventaja evolutiva por tener varios
tipos de sangre?
"No lo sabemos", responde Mountford.
"Ni lo entendemos: hay poblaciones completas de
indígenas americanos que son todos tipo O, por ejemplo. Así que sabemos que
está genéticamente codificado pero cuál es su significancia o su función, es un
misterio".
"Es probable que simplemente tengas ese tipo de sangre
porque ese es el que está en tu grupo social, no porque responda a una razón
evolutiva", señala.
No obstante...
Hay algunos grupos sanguíneos que efectivamente tienen un
propósito evolutivo, como el sistema duffy, que ha sido asociado con la
resistencia a una cepa de malaria.
"La gente que no tiene el antígeno duffy es menos
susceptible a una cepa de paludismo, que infecta los glóbulos rojos. Y hay otro
antígeno que ha sido asociado a otra cepa de malaria, el Plasmodium
falciparum", señala Cruickshank.
"Hay un poco más de evidencia sobre un par antígenos
asociados con resistencia a infecciones pero aún no mucho más", agrega.
¿En resumen?
Hay decenas de tipos diferentes de sangre, pero aún no
sabemos por qué los tenemos.
Algunos podrían estar defendiéndonos de parásitos como la
malaria.
Si le das a alguien el tipo equivocado de sangre, su sistema
inmunológico pensará que entró algo extraño al cuerpo y reaccionará contra los
invasores.
Incluso si es tu bebé.
¿Tienes alguna duda científica?
Este fue uno de "Los curiosos casos de Rutherford y
Fry", que partió de una pregunta que envió un radioescucha. (Si
quieres escuchar el podcast de este programa, haz clicaquí)
Y tú... ¿hay algo que siempre te has preguntado pero aún no
sabes la respuesta?
A los científicos de esta serie
de la BBC les gustaría mucho saber qué te intriga
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