Texto-Fobia: Literatura Femenina

Foto Cortesía
“La vida de las mujeres es más limitada o demasiado secreta”, dice Marguerite Yourcenar enMemorias de Adriano. Bien puede decirse que sobre la base de esa desventaja, de ese espacio no conquistado, se ha construido buena parte del discurso de y sobre la mujer.
Dice Nelly Richard: “La literatura de mujeres arma el corpus sociocultural que contiene y sostiene la pregunta de si existen caracterizaciones de género que puedan tipificar una cierta escritura femenina”. Esas caracterizaciones serían detectables en varios niveles: el simbólico expresivo (“la connotación de un registro femenino cuyo estilo particularice a la escritura de la mujer”) y el temático (“un argumento narrativo centrado en imágenes de la mujer”). La autora caracteriza estos niveles como propios de una concepción representacional de la literatura en la que el texto muestra de modo realista experiencias propias del ser femenino que obvia el aspecto sígnico de la escritura.
En su libro Tópicos de retórica femenina, MárgaraRussotto precisa una delimitación terminológica: literatura femenina como “categoría de la historia literaria que designa un conjunto de obras consideradas en razón del sujeto empírico de su escritura”.“Literatura feminista”, equivalente a una “postura o una actitud militante; discurso ideológico implícito o explícito de un texto determinado”. Y “Escritura Femenina” entendida como “conjunto de rasgos internos de las obras independiente del sujeto empírico”.
Personalmente adopto la tercera categoría de Russotto. Creo que mi aversión a la llamada “Literatura femenina” se debe a que su auge fue para mí, por figura de inversión, una selección en detrimento del respeto a las categorías femeninas relevantes. Una simplificación. Un estereotipo que ignoró los matices. Y una apuesta comercialmente exitosa. Hubo una época, no se si se mantiene aun, en que los escritores latinoamericanos mas leídos eran Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa e Isabel Allende. Hay que ver la distancia artística inmensa entre los dos primeros y la tercera. Eso para mí fue y es deplorable; escandaloso.
La definición de escritura femenina de acuerdo a las palabras de MárgaraRussotto es la única que permite centrarse en el aspecto textual de las obras y la más iluminadora y compleja compatible con una lectura desde la perspectiva del género; esto es, como ciertos textos o construcciones literarias son expresión de un modo de abordaje y comprensión de la escritura. Como dice la autora: “La discusión sobre este término recoge justamente las discrepancias y contradicciones (…) no solo en relación a las expectativas feministas, ilustradas y modernizadoras que no coinciden con la experiencia individual de muchas otrasmujeres marginadas social y culturalmente, sino también en relación a las particulares exigencias que impone la construcción de una forma artística determinada, que en este caso es verbal y escritural”.
Los rasgos principales de esta escritura femenina serían: la presencia de una dicotomía entre lo masculino y lo femenino con predominio del segundo; la estructura circular o cíclica de los hechos en el sentido cualitativo; la configuración de espacios interiores y la preferencia de lo fragmentario por encima de las descripciones abarcadoras; la presencia de la primera persona en instancia de sujeto en formación, de identidad en proceso, de puesta en escena de la enunciación.
Se trataría de una práctica no controlada por la retórica oficial. En ese sentido, Walter Ong afirma que a partir del Siglo XIX (fecha de la consolidación del campo literario según Pierre Bourdieu), la creación literaria recibió en su mayoría la impronta de la retórica académica propia de un territorio exclusivamente masculino. Las mujeres, por estar excluidas de la formación académica, carecían de este entrenamiento, aunque recibían las influencias indirectamente a través de las obras leídas. Se trataría, pues, de un aprendizaje vicario.
Por esto, su estilo escritural resultó desde el principio mucho menos oratorio y, por lo tanto, diferente del código masculino. Así, la escritura femenina configuraría un género, un modo particular, articulado sobre la base de la diferencia. Cada elemento adquiriría su valor respecto de los otros elementos, y de este modo, lo que tradicionalmente ha estado fuera de uso (lo que tiene valor negativo) pasaría a primer plano.
Continuando con este orden de ideas, Nelly Richard habla de “feminización de la escritura” que abarca a los textos que exceden el marco de retención-contención de las significaciones tradicionalmente masculinas y oficiales como expresiones rebeldes (“cuero, libido, goce,heterogeneidad, multiplicidad”), para quebrantar el discurso mayoritario independientemente del género sexual del sujeto biográfico.
Esta es la literatura que me interesa ya sea escrita por hombres o por mujeres: la que muestra y se construye desde los quiebres, desde los intersticios en los que descansan lasarqueologías y da lugar a las aventuras espeleológicas. Aventura estas que implican la subversión del universo simbólico dominante; una práctica de desterritorialización de la cultura oficial y del sujeto como “autoexpresión del yo unificado”.
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En 1997 publiqué mi Del realismo a la parodia. Marcas para un mapa de la narrativa venezolana de los 90 (Grupo Editorial Eclepsidra). Allí me propuse escribir de los 90 en los 90 de un modo no académico (el libro, creo, es lo opuesto a lo académico) y los cinco autores que estudio fueron apareciendo en mi mente hasta formar un corpus que abarcó cuatro hombres y una sola mujer: Israel Centeno, Milton Ordóñez, Ricardo Azuaje, SlavkoZupcic y Stefania Mosca. Me dejé llevar por lo que me había parecido mas interesante a lo largo de esos años. Dejé por fuera a una autora que admiraba y admiro mucho, Victoria de Stefano, por razones generacionales y que dialogiza y cuestiona la institución literaria. Para muchos quedé como una sexista con Síndrome de Estocolmo. Hoy, miro atrás, y mantendría mi elección.
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Como mujer escritora y lectora, y por experiencia de vida, siento profundo interés por lo que escriben otras mujeres. Y es por eso, porque no soporto verme “correctamente retratada” por lo que siento un profundo rechazo por esas posturas simplificadoras y falsificadoras. Termino por hoy nombrando algunas autoras que me interesan especialmente: Tununa Mercado, Victoria de Stefano, Ana Teresa Torres, Cristina Policastro, Diamela Eltit, AnneSexton, Sylvia Plath, Emily Dickinson, Marguerite Yourcenar, Marguerite Duras, María Carolina Glee, Elvira Hernández, Gisela KozakRovero y muchas más.
Salud.
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