sábado, 1 de junio de 2013

Cuando la persona se enferma seriamente, sufre un shock y "toma conciencia" de todas las cosas que la condujeron a ese estado de salud. Para muchos, la enfermedad es un aprendizaje extraordinario que cambia afortunadamente sus vidas. Para otros, puede ser la oportunidad de continuar con la tragedia de sus existencias a través del dolor, el sufrimiento y el control de los demás.


FAMILIA Y FLORES DE BACH
Por MAGDALENA CALVO DE SOSNOWSKY


Épale, cuídate (quiérete)

09.05.2013
Cuando la persona se enferma seriamente, sufre un shock y "toma conciencia" de todas las cosas que la condujeron a ese estado de salud. Para  muchos, la enfermedad es un aprendizaje extraordinario que cambia afortunadamente sus vidas. Para otros, puede ser la oportunidad de continuar con la tragedia de sus existencias a través del dolor, el sufrimiento y el control de los demás.

Si las dolencias son graves como un cáncer, una intervención de alto riesgo, un trasplante y es la vida la que está en riesgo, interiormente es posible despertar a la posibilidad de nuevas realidades que demandan cambios drásticos en el estilo de vida.

Una enfermedad grave, cuestiona y reta a la persona. Según sean sus creencias, puede asumirla con responsabilidad al realizar los cambios que sean necesarios para recuperarse. O simplemente abdicar esa responsabilidad de su recuperación, al convertirse en una víctima de su enfermedad.

Quiero recordar las palabras del Dr. Edward Bach y de muchísimos otros sanadores, médicos, psicólogos y científicos de la salud, que declaran que "la enfermedad tiene un componente mental, emocional y psicológico además del físico". Una persona deprimida y sin ganas de vivir sanará muy lentamente. Mientras que otra con una actitud positiva hacia el tratamiento y su futuro, logrará una recuperación rápida y hasta milagrosa. La literatura está llena de testimonios impresionantes que hablan por sí solos. 

Particularmente tengo el alerta de no sentir lástima por un enfermo. Si su estilo de vida lo condujo a la enfermedad, igualmente puede lograr revertirla haciendo los cambios necesarios. Afortunadamente eso depende de la persona. Y de allí el poder que todos tenemos de ser sanos.

El tratamiento médico es una condición indispensable para recuperar la salud. La medicina ha tenido extraordinarios avances y una intervención oportuna de ella en una dolencia grave le asegura al paciente su recuperación.

Pero ¿qué pasa cuando las causas que condujeron a la persona a una enfermedad en particular como puede ser la diabetes, la hipertensión, el cáncer, la obesidad entre otras, no son atendidas? Y me refiero a causas como el estrés. Sabemos que las emociones negativas de tristeza, depresión, angustia e ira le impiden al sistema inmunológico realizar su trabajo de proteger la salud. ¿Qué pasa cuando después de superar la enfermedad, la persona regresa y continúa en sus viejos hábitos y mantiene intacta sus actitudes nefastas de resentimiento, mal humor, la crítica a su entorno, la queja, la falta de perdón (hacia sí mismo y los demás), el dolor y el sufrimiento?   

Conozco a muchísima gente, que en su paso por una enfermedad grave, lograron internalizar que el estrés fue una de las causas más dañinas para su salud, que el resentimiento por ese divorcio marcó su dolencia, que la infelicidad y la pérdida minaron las defensas tanto emocionales como física, pero... cuando lograron su total recuperación,  se olvidaron de la enseñanza de la experiencia y regresaron a su escandaloso mundo del caos, del estrés, del dolor y sufrimiento y otra vez se encuentran en la lucha de poder por el control de los demás.

Y a veces ese regreso a la enfermedad por las mismas razones, no tiene retorno. Recientemente seres muy queridos han partido por recaídas de enfermedades ya superadas. Mientras tuvieron la dolencia, cambiaron sus hábitos, pero luego volvieron a sus viejas andanzas y ya no están.

Para estar sano, hay que SER sano. Es actuar como una persona sana. Es tener hábitos de una persona sana. Es pensar sanamente. Es sentir emociones sanas. Es tener relaciones sanas.
Una persona que quiere estar y mantenerse sana no puede vivir presa del estrés y no puede justificar el caos de su vida como si no tuviera salidas. Quien lo hace, no se ama a sí mismo y por eso no se cuida.

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