"Diana la cazadora"
AURELIO ARREAZA | EL UNIVERSAL
sábado 23 de junio de 2012 03:04 PM
Hace poco me reencontré con "Los Dioses Griegos" en un hermoso libro ilustrado que tengo hace años. Leyéndolo ahora lo comprendo y disfruto más que antes. Gran sabiduría genialmente expresada. Dioses que aun presentes, a través de los siglos, se revelan en nuestras acciones y pasiones.
Nació en Délos, isla desierta en la antigua profundidad de Grecia con el nombre de Artemis, y desde entonces fue cautivada por la naturaleza. Le gustan más los animales que la gente, no le gusta la "civilización" actual y prefiere soledad e independencia.
Llamada Diana por los romanos, es bailarina, cazadora y diosa de la naturaleza.
Libre, salvaje y sin ataduras, es virgen e inviolable. No tiene relaciones especiales, ni pertenece a nadie. Existe pasión en su independencia, pero no pasión enfocada solo en el mundo exterior, sino también en la búsqueda del mundo interior.
Personifica la naturaleza agreste y salvaje, pero también esa naturaleza humana, que dotada de un aspecto antiguo y primitivo oculta gran riqueza y puede llevar a la libertad y a vibrante creatividad. Pero cuyas tendencias negativas no pueden ser ignoradas porque conducen a la destrucción.
El llamado de la naturaleza y la reclusión puede considerarse como un sentir sagrado hacia lo natural, y al profundo aislamiento que lleva a las, casi siempre inexploradas, profundidades del alma. Obedecer a ese llamado puede llevarnos a una exuberante libertad, abierta a todo aspecto de la vida, que estimula la imaginación y la creatividad, que promueve lo nuevo y lo hermoso.
El ansia de libertad predomina si llevamos a Diana en los genes. Las Dianas de hoy expresan libertad con vigor, en la manera de vestirse y moverse, en como se ven y se comportan. Juveniles y vitales están dispuestas a sacrificar elegancia y sensualidad por libertad de movimientos. La diosa cazadora se ha convertido en diosa del baile, del deporte, del gusto por lo natural. Sumisión femenina reemplazada por independiente actividad.
Mas Diana no es solamente la diosa cazadora amante de los bosques y la exuberante carrera por las montañas, es también la protectora de la juventud y de los nacimientos. Los nacimientos naturales del útero materno, y los más importantes y trascendentales del Espíritu.
La mercurial reina de los bosques preside la búsqueda de la vida que el alma pide y nutre; que se esfuerza por surgir en medio de nuestra frenética -y con frecuencia inconsciente- actividad. Pero la persistente llamada del alma es natural y no puede reprimirse, porque solo a través de ella podemos encontrar la suprema ofrenda de la diosa: la libertad de ser.
Sí, Diana, salvaje y vulnerable, protege nuestra juventud y nuestro Espíritu. Pero nos destruye cuando descontrolados y fuertes apegos nos apartan del camino. E igual, si continuamos con firmeza, puede ofrecernos la máxima liberación que surge de la unión con el Espíritu.
www.bienestarmax.com
@bienestarmax
Nació en Délos, isla desierta en la antigua profundidad de Grecia con el nombre de Artemis, y desde entonces fue cautivada por la naturaleza. Le gustan más los animales que la gente, no le gusta la "civilización" actual y prefiere soledad e independencia.
Llamada Diana por los romanos, es bailarina, cazadora y diosa de la naturaleza.
Libre, salvaje y sin ataduras, es virgen e inviolable. No tiene relaciones especiales, ni pertenece a nadie. Existe pasión en su independencia, pero no pasión enfocada solo en el mundo exterior, sino también en la búsqueda del mundo interior.
Personifica la naturaleza agreste y salvaje, pero también esa naturaleza humana, que dotada de un aspecto antiguo y primitivo oculta gran riqueza y puede llevar a la libertad y a vibrante creatividad. Pero cuyas tendencias negativas no pueden ser ignoradas porque conducen a la destrucción.
El llamado de la naturaleza y la reclusión puede considerarse como un sentir sagrado hacia lo natural, y al profundo aislamiento que lleva a las, casi siempre inexploradas, profundidades del alma. Obedecer a ese llamado puede llevarnos a una exuberante libertad, abierta a todo aspecto de la vida, que estimula la imaginación y la creatividad, que promueve lo nuevo y lo hermoso.
El ansia de libertad predomina si llevamos a Diana en los genes. Las Dianas de hoy expresan libertad con vigor, en la manera de vestirse y moverse, en como se ven y se comportan. Juveniles y vitales están dispuestas a sacrificar elegancia y sensualidad por libertad de movimientos. La diosa cazadora se ha convertido en diosa del baile, del deporte, del gusto por lo natural. Sumisión femenina reemplazada por independiente actividad.
Mas Diana no es solamente la diosa cazadora amante de los bosques y la exuberante carrera por las montañas, es también la protectora de la juventud y de los nacimientos. Los nacimientos naturales del útero materno, y los más importantes y trascendentales del Espíritu.
La mercurial reina de los bosques preside la búsqueda de la vida que el alma pide y nutre; que se esfuerza por surgir en medio de nuestra frenética -y con frecuencia inconsciente- actividad. Pero la persistente llamada del alma es natural y no puede reprimirse, porque solo a través de ella podemos encontrar la suprema ofrenda de la diosa: la libertad de ser.
Sí, Diana, salvaje y vulnerable, protege nuestra juventud y nuestro Espíritu. Pero nos destruye cuando descontrolados y fuertes apegos nos apartan del camino. E igual, si continuamos con firmeza, puede ofrecernos la máxima liberación que surge de la unión con el Espíritu.
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