10 JUNIO 2012
Vida y muerte: composición y descomposición
"No moriré, sino que viviré", Jesucristo.
“Los seres que tienen una forma,
en cualquier matriz que se produzcan
el gran Brahmán es su matriz común.”
(Bhagavad Gita XIV, 4)
Un oso pardo que por allí andaba hambriento, penetró en el río mojándose con cierto disgusto las patas; con ágil movimiento moldeado por una experiencia que sólo los siglos moldean a la perfección, se halló en el lugar adecuado en el momento adecuado y, aprovechándose de ello sin vacilación, agarró a nuestro salmón con sus dientes, llevándoselo a la vera del río para satisfacer su hambre inocente entre desgarros incisivos y molares.
Una vez satisfecha su primigenia necesidad, se alejó del bosque de fresnos rojos y parte del esqueleto del salmón (y, entre sus componentes, nuestro átomo de calcio) quedó abandonado entre los troncos.
Una vez satisfecha su primigenia necesidad, se alejó del bosque de fresnos rojos y parte del esqueleto del salmón (y, entre sus componentes, nuestro átomo de calcio) quedó abandonado entre los troncos.
El átomo de calcio se quedó inmovil, preguntándose qué le depararía el destino. Sólo sabía una cosa: el salmón donde había permanecido los últimos días había muerto por desintegración de sus elementos (al menos su cuerpo, pues nuestro átomo ignoraba si el salmón contenía alma). Y él, sabiéndose o más bien intuyéndose el último eslabón de aquella perversa pero implacable cadena de desintegraciones, no se sentía en absoluto muerto. Más allá de él, en la infame escala de la disolución, muy poco más había. El sendero de vida que comenzaba en un cuerpo de animal, que era mortal, terminaba en él, y era por eso que él no podía morir. Y entonces se dijo: "He aquí que, a más pequeño, más inmortal. Sólo es mortal aquello que puede descomponerse".
Varios siglos después, por los inescrutables avatares del destino, aquel mismo átomo forma parte, ahora, de una miofibrilla de mi cuádriceps. Me lo ha susurrado desde su temporal vivienda, y es por ello que lo cuento, sabiendo que su minúscula humildad me sobrevivirá a través de los milenios infinitos.
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