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MUNDO A TRAVES DEL MIEDO Y SUS RAMIFICACIONES
De sombras, almas y espíritus•enero 19, 2007
(…) “parecían sombras, hombres, mujeres o bestias, pero ninguno proyectaba sombras en la calle”…“…¿Qué vive en los cuerpos, Barbayat?-preguntó Shaina-Almas-respondió la hechicera- … todo tiene alma… la tierra tiene alma, igual que los árboles y las montañas, los lagos y las flores, los pájaros, los peces y las bestias. Es la substancia de la que están formados nuestros placeres y nuestras penas. El amor,el odio y hasta la magia brotan del alma”. Tanith Lee, en “Volkhavaar-Esclavos de la magia”.
Los antiguos griegos y romanos entendían por sombra la idea que queda en la mente humana de los muertos a quienes se amó en vida, la representación que de ellos se hace la imaginación. Los primeros la llamaban eidolon ó phantasma; los segundos, simulacrum ó umbra. Estas sombras vivían en la región subterránea conocida como inferi.Para las culturas orientales, en cambio, las sombras de los muertos son destellos de la divinidad y para las que la muerte es una liberación.Grecia y Roma rendían culto a los muertos en razón del miedo que inspiraban. En otros países, como Galia, Bretaña o Germania, y sólo por citar un ejemplo, las sombras de los muertos eran malhechores fugitivos que se introducían en cuerpos de murciélagos y otras aves nocturnas para presagiar males y desgracias a los vivientes.En cuanto al alma, y sin querer por supuesto entrar en lo que serían largas y posiblemente tediosas consideraciones espirituales, teológicas o de otro tipo, parece estar comúnmente aceptado que es, según define el diccionario de la Real Academia, una sustancia espiritual e inmortal en el hombre, que le hace capaz de entender, querer y sentir; lo que da espíritu, aliento y fuerza a alguna cosa. Según el sentido común y el consentimiento universal, es el principio que comunica la vida al cuerpo.Los egipcios la llamaban bai y khu, “la luminosa”, porque una llama divina envolvía, para ellos, al espíritu desprendido del cuerpo. Además, creían que en el momento del suspiro postrero, se producía un ser indefinible e indestructible, el ka o doble, un segundo cuerpo de materia menos densa que el cuerpo físico, un alma secundaria que no se separaba de la materia por el hecho de la muerte, sino que volvía a reintegrarse en ella. Otros pueblos de la antigüedad, como caldeos y asirios, la llamaron ékimmu ó égimmu.Sobre ambos conceptos hay una extensísima literatura, y tanto el alma como el espíritu han sido y siguen siendo objeto de estudio y análisis por parte de filósofos y teólogos. La adoración de los espíritus es una de las fases más extendidas de la religión de la humanidad y son escasos los pueblos que no la tienen. Desde los tiempos más remotos y hasta nuestros días, se cree que los espíritus de los antepasados pueden emitir oráculos, predicciones y avisos para sus descendientes, y aún hoy, en muchos lugares, hay aberturas en el suelo por las que, se supone, los espíritus salen de sus moradas subterráneas para dar respuestas a los vivos. Las teorías y creencias espiritistas los hacen venir también desde otra dimensión, desde el llamado más allá.
Y ciertamente, también, sombra es también oscuridad, falta de luz, apariencia o semejanza de algo, espectro, aparición o fantasma…Y la vida de los seres humanos sobre la tierra se desenvuelve muchas veces – y no creo que nadie pueda negarlo- en un mundo en el que las sombras tienen presencia y protagonismo en sí y por sí mismas. Es éste un mundo de fenómenos extraños, de sucesos desconcertantes, de enigmas y misterios, en el que esas sombras superan, cubren y ocultan no pocas veces la luz, la claridad y la comprensión.
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